Los vestidos de novia con mantilla están a la última. Llevar este accesorio el día de tu boda es un guiño a la tradición dado que las mantillas son típicas de las bodas españolas y es habitual que hayan ido pasando de generación en generación.
Si estás pensando en lucir tu vestido de novia con mantilla debes tener en cuenta que el diseño del traje ha de ser más sobrio y sencillo. Normalmente, las mantillas destacan por sus intricados dibujos y ornamentos así que un traje con muchos detalles quedaría demasiado recargado.
Como sabes, la mantilla es una pieza hecha de encaje. La organza y el chantilly son dos de los tejidos más populares para confeccionar este tipo de prenda. En este caso, los colores pueden ir desde el blanco hasta el beige pasando por los tonos crema.
El primer punto a considerar a la hora de ponerte una mantilla de boda es el largo. Por norma, la pieza suele medir alrededor de metro y medio y tiene que cubrir los hombros de la novia. Recuerda que la cola de tu vestido ha de ser más corta que la mantilla para lograr que el conjunto sea armonioso.
Otro aspecto importante es el color. La tela de una mantilla tiene que ser más oscura que la del vestido. Por supuesto, todo es cuestión de gustos pero jugar con las tonalidades te permitirá resaltar tanto el diseño de tu traje de novia como tu silueta.
Una vez has logrado combinar la mantilla con tu vestido ideal es el momento de empezar a pensar en cómo colocar este accesorio para que brille en todo su esplendor durante la ceremonia.
Puedes sujetar la mantilla con el broche que adorna tu peinado con independencia de que optes por un moño o un semirecogido, por ejemplo. Sería buena idea que llevases la mantilla contigo a la prueba del peinado para ver qué estilo es el que queda mejor antes del día señalado.
En definitiva, los vestidos de novia con mantilla han vuelto para quedarse. La mantilla creará un buen golpe de efecto y complementará tu traje haciendo que estés realmente increíble. ¡Sorprenderás al novio y a los invitados!