Es mirarnos desde dentro, siendo transparentes, sin dejarnos influir por nada, solo sintiendo lo que nuestras emociones nos están diciendo.
La parte emocional de nuestro ser, esa que es la verdadera y que muchas veces nos asusta.
La cara que nos cuesta mostrar.
La que nos dice lo que nos gusta y lo que no, cuando estamos dispuestos a hablar con ella.
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